dimecres, 25 de juliol del 2012

Paco Morán

apenas tenía 15 años cuando empecé a trabajar, en RodierParís, de aprendiza de dependienta (o sea, de recadera, quitar mierda, desatascar wáteres y demás trabajos en la tienda que nadie hacía...), y cuidadín, era un privilegio! no todo el mundo podía trabajar en Rodier, junto a Pertegaz pret-a-porter el no va más en aquella época...

estábamos en rambla catalunya 6, tocandito a plaza catalunya..., en la esquina había un enorme y precioso café (lamentablemente reconvertido en banco, como cantara Serrat en Los fantasmas del roxy), allí iba yo 2-3 veces al día a buscar el té para la encargada (gran mujer por cierto), y allí conocí a Paco Morán...

parecía formar parte de la decoración del café, siempre vestido como un figurín, siempre acompañado de un pequeño perro blanco (juer, tenían los dos la misma cara!), y a veces acompañado de algún joven, a cual más guapo...

era un hombre sencillo, amable, educado, con ácido sentido del humor

se ha ido otro “catalán” ilustre (supongo que si existe un más allá se juntará con el Rubianes y se descojonarán en jerga gallegocatalanoandalusí), y con él se va otro pedacito más de mis recuerdos...


descansa en paz y gracias Sr. Morán

dimarts, 24 de juliol del 2012

mi espejo ovalado y mi pepito grillo

Sola, por vez primera...
como perdida en un supermercado
un barquito de papel a la deriva,
como una niña
cuando mami te suelta de la mano
un domingo de ramos,
y la gente son monstruos con guadañas!

 

Ella...

 

mi primera ilusión...
la primera caja de pinturas,
mi primer amor...
el primer apoyo,
mi último amor...
el mejor apoyo,
mi primer trabajo...
el primer soporte,
mi último trabajo...
(pese al temor)
la mejor defensa,

 

mi espejo ovalado y mi pepito grillo, mi nube y pilar, mi hombro y regazo, mi fuerza y mi debilidad, mi puerto, mi vuelo y mi pista de aterrizaje

 

Y tengo miedo, sin ella tengo miedo...
mi soledad ha sido mi reino,
si se convierte en mi cárcel... estoy acabada.

febrero de 2012, a mi madre
un cordón umbilical que no se rompe aunque te parta el alma